Revista de Investigación Educativa 9
julio-diciembre, 2009
ISSN 1870-5308, Xalapa, Ver
Instituto de Investigaciones en Educación, Universidad Veracruzana
       
     

Theatres of Memory

       
 

Fernando Calonge Reíllo

Departamento de Sociología
Universidad Complutense

 

Obra reseñada: Raphael Samuel (1994): Theatres of Memory. Volume 1. Past and Present in Contemporary Culture. Nueva York, Verso.

El historiador Raphael Samuel publicó por vez primera su Theatres of Memory en 1994. El proyecto inicial se componía de tres volúmenes de los cuales sólo pudo publicar dos, debido a su prematura muerte ocurrida en 1996. El libro que aquí se reseña corresponde al primer volumen: Theatres of Memory: Past and Present in Contemporary Culture.

Como historiador marxista, uno de los objetivos que Samuel tuvo presente a lo largo de toda su carrera, y que se hace especialmente manifiesto en su libro Theatres of Memory, fue el de retirarles a los expertos y a la academia el derecho de monopolio sobre la historia, para devolverle su carácter de disciplina social. Según señalaba, la historia no es tanto una disciplina científica capaz de ofrecer una imagen exacta de los acontecimientos pasados, sino una forma social del conocimiento y que, como tal, varía en su forma y sus contenidos a lo largo del tiempo. Bajo su perspectiva, la historia no viene conformada tanto por la aplicación de un método de investigación riguroso, sino por una serie de prácticas y de instituciones sociales que la hacen dependiente del contexto social en que es escrita.

Esta perspectiva permite en su opinión el poder escribir otro tipo de historia por fuera de los cánones de la historia oficial y ortodoxa, de la historia académica. Esta otra historia se encontraría más próxima al conocimiento popular que se transmite tanto por la memoria oral como por al tradición. Esta dignificación de la tradición popular está en consonancia con su deseo por democratizar el pasado, de modo que nuevos agentes y clases sociales adquieran el derecho a poseer su propia historia. Sin embargo, Samuel no llega a demostrar las razones que impiden que desde la historia oficial y ortodoxa se de cabida a esos otros actores y capas populares. Su propio caso como historiador es un buen contra-ejemplo a su argumento, puesto que desde posiciones oficiales y ortodoxas Samuel ha dado cabida, a lo largo de toda su obra, al pasado de esos otros grupos sociales no privilegiados.

En Theatres of Memory, Samuel sitúa esta problemática dentro de la genealogía en que sitúa los conceptos de la historia y de la memoria. Mientras que para el mundo antiguo historia y memoria estaban intrínsecamente relacionadas, de manera que el ejercicio del recuerdo era considerado pieza fundamental en la confección del relato histórico, ambos términos irían disociándose hasta culminar en su total separación en la historia del siglo XIX. Los historiadores del siglo XIX considerarían a la memoria incapaz de aportar el rigor necesario para la constitución de una disciplina científica como la historia. En lugar de la memoria, atrapada en sensaciones e imágenes volubles, la historia habría de fundarse sobre la prueba objetiva, de modo que instauró al documento como su objeto de investigación privilegiado. En consecuencia, la propuesta del propio Samuel consistiría en regresar a esa situación en que la memoria y la tradición se constituían como herramientas fundamentales en la escritura de la historia.

Al recobrar su naturaleza de práctica social, la historia que propone Samuel es una historia de corte materialista. Más allá de los documentos escritos, existe toda una amplia serie de artefactos, utensilios y arquitecturas que son en sí mismos historia viviente. Estos otros documentos representan en sí mismos esos theatres of memory que utilizan los distintos grupos sociales para representarse y reutilizar su pasado. Samuel sitúa su estudio en los tres primeros cuartos del siglo XX.

El teatro de la memoria que aparece más enfatizado en este primer volumen es, sin duda, el del patrimonio (heritage). El estudio que realiza Samuel se desdobla entre un análisis de la propia genealogía del término, tal y como fue utilizada por los distintos grupos sociales en el siglo XX, y un análisis de los propios escenarios que se han ido constituyendo como patrimonio.

El término inglés heritage está articulado por una doble tensión. Por un lado heritage menciona aquello que es propiedad y atributo de un individuo o grupo de individuos; por otro, heritage tiene también el sentido de herencia, de legado. Así, el sentido completo de heritage serían las propiedades y atributos que los distintos grupos y actores sociales han recibido del pasado. Desgraciadamente, el término castellano patrimonio no captura esa tensión y hace más énfasis en la parte de la posesión que en la parte de la herencia.

Es conveniente tener esto presente porque en su análisis del patrimonio (heritage) Samuel pone el énfasis sobre todo en la parte de herencia y de legado del pasado que implica el término. De esta manera todos los grupos y actores sociales tienen un patrimonio (heritage), entendido como un legado y una herencia recibidos desde el pasado. Así, un análisis en términos de patrimonio (heritage) permite ampliar la visión estrecha que del pasado tenía el análisis histórico ortodoxo, y recuperar la multiplicidad de pasados y herencias recibidos por todos los grupos sociales, privilegiados o no. La forma como los estudios sobre patrimonio en el Reino Unido se habrían desarrollado en el siglo XX, habría conseguido, a juicio de Samuel, la democratización sobre el conocimiento del pasado.

Como buen historiador, Samuel abunda en la minuciosidad de los ejemplos prácticos que se configuran como patrimonio. En el Reino Unido existiría una amplia y creciente variedad de bienes que estarían considerándose como patrimonio y que ilustran esa democratización del saber sobre el pasado. Por citar sólo unos cuantos casos, cabe mencionar el barrio de Liverpool 8, convertido en patrimonio gracias a que vio nacer y desarrollarse a un grupo pop como el de los Beatles, antiguas fábricas de acero ya clausuradas y que se han conservado como museos industriales, formas arquitectónicas propias de las casas rurales de la campiña, museos sobre la historia de los principales clubs de fútbol, museos locales, o incluso la cocina tradicional. Todos ellos son ejemplos de cómo las prácticas de los grupos e instituciones sociales han conseguido extender y democratizar el conocimiento sobre el pasado, ampliando la variedad de los teatros de la memoria.

Pero el análisis de Samuel no se restringe al estudio del patrimonio. También analiza otros fenómenos de la cultura popular que, según él, caían por fuera de la dignidad propia de la historia oficial. Así investiga la evolución de las distintas corrientes conservacionistas en estilismo, desde finales del siglo XIX en adelante. La primera en ocurrir sería la puramente conservacionista y que, por ejemplo en la arquitectura de finales del siglo XIX en Inglaterra, pugnaba no sólo por conservar, sino por volver al estilo gótico de la época medieval. Posteriormente se fueron sucediendo otras corrientes que rompían con esa aura del pasado que también estaba presente en la historia oficial. Así, la corriente retrofitting, intentaría revivir corrientes anteriores, pero situadas ya en un presente radicalmente distinto. Finalmente el retrochic en moda, haría del momento presente un juego consciente y deliberado con elementos tomados de épocas y estilos muy variados. En sintonía con su esfuerzo por retirarle al pasado el sentido de fetiche que le había conferido la historia, Samuel concede implícitamente una mayor estima al retrochic en su presentación de estas corrientes en estilismo.

Por último Samuel también se centra en esos teatros de la memoria que configura la imaginación gótica. Según la analiza en las obras de Dickens o del cineasta David Lynch, la imaginación gótica realizaría un juego atrevido tanto con el pasado como con el presente. La imaginación gótica consistiría en un juego a veces grotesco con determinados elementos de la realidad, que de esta manera quedarían subrayados y destacados. En su inserción temporal, la imaginación gótica está presente en algunas obras ‘de época’, y permite representar en un pasado convincentemente retratado, aunque sin pretensiones de realismo, hechos y acciones que aún son importantes y relevantes para los intereses de los grupos sociales del presente.

En cualquiera de los tres casos resumidos, patrimonio, estilismo y dramas de época, el historiador Samuel encuentra escenarios donde los grupos sociales presentes están teniendo la oportunidad de revivir y reutilizar sus pasados, no movidos por un interés puramente ilustrado y cognoscitivo, sino por intereses fundamentalmente pragmáticos. De esta forma Samuel consigue recuperar otros teatros de la memoria en los que se despliegan pasados hasta el momento olvidados por la historia oficial.

Más allá del hecho de que la lectura que realiza Samuel sobre la historia de la disciplina de la historia pueda resultar excesivamente maniquea, es de gran valor su llamado por recuperar esos otros espacios y artefactos culturales tan ricos en historias pasadas. Su propuesta implica repensar radicalmente el lugar de la historia dentro de un más amplio contexto social. La educación sobre la historia y las enseñanzas sobre el pasado, de esta manera, trascenderían las paredes y los márgenes que le confieren la historia oficial, la academia, y la escuela. En la tradición y en el legado de la cultura popular tendrían los actores y grupos sociales otras tantas oportunidades para aprender y reflexionar sobre su propia herencia y su propio pasado.