Universidad Veracruzana



De la Educación Indígena a la Educación Intercultural en México

Ascención Sarmiento Santiago
Docente, Unidad de Enlace Académico
Región Poza Rica-Túxpan

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Ascención Sarmiento Santiago, Universidad VeracruzanaEn la actual sociedad del conocimiento, donde la información es poder desde la propuesta de Edgar Morín, donde las organizaciones son inteligentes y aprenden a ser autogestoras, autosuficientes y propositivas. Estas diferentes formas de concebir el conocimiento un tanto multidireccional donde diversas propuestas convergen y a la vez difieren en los diferentes procesos que se dan al concretizar sus objetivos que los fundamentan.

Es en esta actual sociedad donde se vislumbra en la educación mundial una gran controversia con respecto a la educación indígena (EI), así llamada mayoritariamente en Latinoamérica, Educación Tribal en África o Educación Aborigen en Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Canadá, y en otros espacios Educación para minorías como lo pude apreciar en algunos países europeos. A pesar de diferentes nombres la problemática es común, la no contemplación en la currícula educativa de los conocimientos ancestrales de estos pueblos originarios de su región y de su cultura misma.

En nuestro país, la Educación en escenarios indígenas ha sido objeto de estudio de indigenistas mayoritariamente y de pocas propuestas por parte de las comunidades indígenas. Esta inequidad se propicia debido a la carencia de cuadros profesionales que han existido desafortunadamente en nuestro país durante muchos años debido a los pocos apoyos gubernamentales, la desinformación de los jóvenes con respecto a la formación profesional y consecuentemente a los factores de discriminación en nuestro país al pertenecer a un pueblo indígena. Esto ha originado que en México se geste una educación para indígenas, no una educación indígena.
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La educación indígena en México inicia en la época prehispánica, en centros educativos dedicados a preparar a los dirigentes de sus sociedades, institucionalizaron la educación como proceso permanente de su propio desarrollo, tal es el caso de la medicina, la arquitectura, la astronomía, la historia, la educación militar, las matemáticas, etc. Posteriormente en la época de la conquista española, el proceso de evangelización vino a romper esos esquemas tradicionales de la educación indígena, nuevas formas de enseñanza y los aprendizajes permitidos fueron otros, en donde los indígenas eran mero receptores de enseñanzas de carácter teológica y de obediencia hacia los españoles y sus leyes.

Al triunfo de la Revolución Mexicana, hubo dos corrientes predominantes en la esfera educativa de ese tiempo, una representada por Manuel Gamio, que con su obra “Forjando Patria” quien reivindicaba la cultura indígena de nuestros pueblos y la de Justo Sierra con una clara idea europeizante abordando el castellano como única lengua para la educación impartida en esa época.

Posteriormente, en la década de los treintas, a la llegada del General Lázaro Cárdenas al poder presidencial, la educación indígena tuvo su primera oportunidad al crearse el Departamento de Asuntos Indígenas. En este apartado es bueno reconsiderar que la EI estuvo abordada por indigenistas, por eso se le llamaba «educación indigenista», porque eran personas ajenas a estos contextos quienes realizaban investigaciones y proponían métodos de enseñanza y de aprendizaje a cómo ellos comprendían o creían entender el mundo indígena.

Posteriormente, aparece la Educación bilingüe-bicultural (PDF, 200KB), que no propone nada nuevo, luego se visualiza la Educación intercultural y bilingüe ya con avances y reestructuraciones, y últimamente educación intercultural para contextos indígenas, que ya es una propuesta más enriquecedora, dialógica y donde se emiten propuestas desde ambos espacios, del indígena y desde el indigenista, con igualdad de oportunidades de crear y recrear procesos culturales y de aprendizaje.

Desde esta perspectiva, ¿qué tanto ayuda la interculturalidad en los procesos educativos y culturales de nuestra sociedad actual? Respondiendo a este cuestionamiento considero que la interculturalidad es una gran aliada si se sabe qué es y como usarla, y sobre todo estar abierto al diálogo, no imponer ni dejarse imponer, conocer perfectamente el contexto y escenario donde se esta involucrando este proceso, como en el caso de los pueblos indígenas, la cosmovisión es difícil comprenderla, es mejor sentirla y vivirla con el suficiente respeto a las expresiones culturales y propuestas diferentes a los que ya estamos acostumbrados como mundo occidental.

De otra manera se corre el riesgo de ser intercultural solo en el discurso, es decir en el texto, y no en la praxis, que es lo que más cuenta para cambiar el rumbo de la educación indígena y despuntar hacia la calidad educativa que demanda hoy este mundo globalizado y competitivo. Bueno, es todo por el momento, más adelante les hablaré de la interculturalidad en la empresa, en el liderazgo y otros contextos muy pocos abordados en nuestro país, pero que en otros le han dado un enfoque un tanto diferente.
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Paradigma de innovación *

María Aldara Fernández Palomo
Profesora en la Maestría en Educación Intercultural

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María Aldara Fernández Palomo, Universidad VeracruzanaLas soledades de Babel
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Uno de los propósitos socializadores de la educación colonial fue la ilusión de convertir al “otro” en alguien mejor. El salvaje se convirtió pues en el “buen salvaje”. De modo que aquello que no fue influido por la burguesía de occidente, no pasó de ser barbarie. Esa “otredad” vista como diferencia peyorativa en la ausencia de los rasgos europeos, dejó a la luz la idea de estar en falta para alcanzar un estadio evolutivo superior.

Los gobiernos post revolucionarios se propusieron asimilar al indígena y con José Vasconcelos al frente de la Secretaria de Educación Pública se dio continuidad al darwinismo social iniciado en el periodo colonial a través del proyecto modernizador. La idea fundamental era castellanizar al indígena y convencerle del valor de una identidad nacional homogénea.

En oposición, la antropología funcionalista nace del abandono a la noción de escala del progreso humano y encuentra a su principal exponente en el británico Bronislaw Malinowski (1884-1942), quien sentó las bases del relativismo cultural. El relativismo como método, considera que cada cultura satisface las necesidades básicas de un grupo a partir de una configuración sólo entendible desde sus propios parámetros, valores y sentidos en la interpretación cultural.

Mediante estas teorías el “otro” cultural deja de ser comprendido como lo diferente y comienza a interpretarse como lo diverso. Ya no se trata de ser evolucionados, ni culturalmente atrasados; la “otredad” era simplemente aquello diverso, ajeno a nuestra cultura y que debe ser pensado desde sus propios parámetros.

Bajo este paradigma, Manuel Gamio quien fue el primer antropólogo titulado en México, se confronta con los líderes del movimiento revolucionario quienes no reconocen la presencia indígena entre el campesinado. Este hecho le incita y compromete para estudiar en la Universidad de Columbia, la “otredad” de las sociedades originarias de México, con lo cual se pregunta cómo afrontar la complejidad del tejido social. Así, Gamio se constituyó en uno de los más grandes indigenistas en América Latina.

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