Universidad Veracruzana



Todos juntos para el Diagnóstico Comunitario. Parte VIII

Alejandro Martínez Canales
Responsable de la Orientación en Comunicación
Docente, UVI Grandes Montañas

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Serie: Todos juntos para el Diagnóstico Comunitario

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El gozo del temporal

Y llegó el día… el acuerdo con la gente de la cabecera municipal de Magdalena para asistir y juntos realizar el diagnóstico comunitario debía verificarse el 2 de diciembre. Poco más de una semana antes se había acordado el día y el lugar; inclusive con este último no hubo que batallar pues una persona de las invitadas al ejercicio ofreció una casa ubicada justo detrás una de las porterías del campo de fútbol de la cabecera municipal.

El lunes primero acordamos los últimos detalles, aquello relacionado con la dinámica que seguiríamos. Desde luego, no fue posible dilucidar aspectos tan específicos tales como la manera a través de la cual nos dividiríamos en pequeños equipos o quizás parejas, pues esto se relacionaba directamente con el número de personas que se llegarían. Lo que sí hicimos fue acordar que si bien era necesario que existiera una coordinación tal que permitiera tener siempre a un compañero escribiendo sobre lo que se platica durante el diagnóstico, eso no quería decir que a priori decidiéramos sobre roles establecidos: “el que escribe”, “la que pregunta”, etc. La idea es que todos hagan de todo y que la propia “complicación” de coordinarse sobre la marcha nos ofreciera un aprendizaje complementario.

La parte técnica de ese lunes tuvo que ver con la libreta o bitácora de campo. Hace cosa de tres semestres, durante la semana de inducción a un nuevo periodo de actividades, propusimos un modelo práctico y poco complejo para que todos los alumnos de la Sede trabajaran esta importante herramienta. Eventualmente su bitácora se convertirá en una aliada de la sistematización y redacción de sus reportes semestrales y eventualmente su documento recepcional. Entonces, parte de la sesión se dedicó a introducir a las chavas y chavos en su utilización.

Surada en contra…

Ya desde el viernes anterior el meteorológico había avisado sobre el nuevo temporal que se cernía sobre la sierra y el resto del centro veracruzano tras dos días con inusual viento del sur, tibio y seco. Yo pude constatar su fuerza mientras realizaba un periplo dominical por los municipios de Zongolica, Mixtla de Altamirano y Texhuacan. El lunes durante la sesión de preparación advertimos cómo el fenómeno se incrementaba, tenemos nuestro propio sensor: los techos de lámina que cubren el edificio uvinense.

La parte final de la clase fue empleada para mostrar el plan “a” y el plan “b”:

Plan “a”: no nos llueve, llega un número significativo de personas y realizamos el diagnóstico en el lugar ofrecido. Aunque lloviera, si la gente llega, llevamos a cabo el ejercicio participativo.
Plan “b”: no nos llueve, pero la gente olvidó el acuerdo y no llega… o llegan muy pocos. Entonces intentamos dividirnos por parejas y vemos si es posible realizar el diagnóstico de manera “parcial” con aquellas personas que no se presentaron, pero que se les puede visitar en sus casas… quizás tengan el tiempo y sólo olvidaron el día de la reunión.

Y, por supuesto, cuando haces un plan “a” y un plan “b”, casi irremediablemente sale un plan “c”:

Plan “c”: nos anegamos junto con Magdalena, y entonces la gente no llega, ni sale de sus casas, ni tiene tiempo y tenemos que cancelar el evento; buscaremos de todas maneras en la comunidad a quienes ya nos conocen, para acordar una nueva fecha y esperar que para entonces el temporal haya escampado.

Lo que no íbamos a hacer era dejar de apersonarnos en el lugar, al menos para que nos viéramos. Quizás ganaríamos credibilidad al menos.

El martes ocurrió el plan “c”. Esperamos el camión a Magdalena en medio de niebla y lluvia. De hecho el viaje se hizo en tres tantos: la avanzada (tres chavos tempraneros que tomaron el camión de las 08:00 hrs, y que asumieron un rol cuasi heráldico); primer contingente (en el camión que pasó 08:15, aunque éste se hace más tiempo pues toma la ruta larga, cerca de 50 minutos contra 20 del que se va por la corta); y segundo contingente (que llegó casi detrás del primero al tomar el bus la ya mencionada ruta corta).


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Mientras hacíamos tiempo, pues la hora de reunión había sido pactada para las 10:00 hrs, desayunamos en los estanquillos que están dentro del perímetro del palacio municipal. Ahí despertamos las miradas curiosas de los estudiantes de la secundaria y prepa del lugar. También carrereamos a las dos señoras de los puestos, pues “todavía no hacemos la lumbre” y los tacos de bistec y longaniza tardaron. No había prisa.

A eso de las 09:30 emprendimos la última parte del recorrido hacia el campo de fútbol ubicado en el barrio Capultitla, lugar en donde pretendidamente nos veríamos con la gente apalabrada. Todo bajo la lluvia. Al llegar a la cancha, la atravesamos; se trata de un campo sin pasto, con lodo y barro que se pegaban con efusión a nuestros zapatos. Justo atrás de la portería tocamos la puerta y nadie abrió. La persona que ofreció el lugar había salido, nos dijeron. Los demás no aparecieron. La cereza en el pastel fue que el sonido local anunciaba una reunión y una misa para el mediodía.

Iniciamos una reunión de equipo ahí en el campo, algunos bajo techo, otros bajo sombrillas e impermeables. Planteamos la necesidad de que ya que habíamos hecho el viaje, era necesario presentarnos en las casas de las personas invitadas para ese día. Así lo hicimos y nos dividimos en pequeños grupos para ir a avisar de nuestra presencia. Así avisamos sobre la postergación del diagnóstico para la siguiente semana. Propusimos otra vez el martes (“ojalá no llueva, aunque esté nublado”).

Dos señoras ofrecieron sus respectivas casas para ese día, una más dijo que invitaría a sus conocidas; otra encendió los focos rojos porque “a la mejor el martes hay plática de Oportunidades”. Un señor dijo que asistiría con gusto, aunque de momento lo vimos terminando trabajos de albañilería en su propiedad. Uno más que no sabía de la reunión fue invitado tras breve explicación en la puerta de su casa. Así se acabó Magdalena por esta ocasión.

Ya de vuelta en la Sede nos juntamos todos en el salón habitual. Señalamos que el aprendizaje de hoy incluyó una parte quizás de tipo axiológico: “los compromisos que se hacen con una comunidad hay que cumplirlos”, “estuvo bien que fuéramos”. Hubo otros de carácter práctico: “si bien el clima pudo haber hecho desistir a la gente, debemos de hacer más labor de animación, de preferencia en los días inmediatos anteriores a la reunión; no dejar pasar hasta una semana y suponer que las personas se acordarán.”

El lunes previo a la nueva fecha, dos comisiones irán a Magdalena a recordar a los participantes sobre el diagnóstico. En eso quedamos con las señoras y señoras que se visitaron hoy. Además, se extenderá la invitación a otro de los barrios ya visitados, particularmente Ilicotla, para intentar que trabajemos también el martes, aunque por supuesto en nuestra contra podría estar la premura de la visita, si bien desde la primera vez que platicamos con ellos manifestaron interés. Tenemos también buenos comentarios sobre su ánimo y disposición.
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A ver si ahora sí se nos hace… Saludos.
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Fotografías: Alejandro Martínez Canales

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